Tengo 28 años. A los 17 años, cuando acabé el colegio, me fui a estudiar a la Universidad potificia de Salamanca Psicología. Siempre pensé que el mayor sufrimiento era psicológico, y que no podía haber nada más bonito que dedicar mi tiempo y mi esfuerzo a ayudar a personas aquejadas de trastornos mentales a superarlos. Tardé 8 años en acabar la carrera por problemas de salud. En esos 8 años, fui voluntaria de diferntes ONG`s y asociaciones impartiendo clases de castellano a inmigrantes, ayudando en un centro de día a personas drogodependientes en activo, impartiendo talleres de lecto-escritura a ex-alcohólicos, repartiendo café y galletas a sintechos, gestionando el "metabus" de Cruz Roja, etc etc. Cuando finalicé mi carrera, me vine a Madrid a estudiar la oposición de "Psicólogo Interno Residente" (PIR), pero el resultado no fue fructífero, así que abandoné la oposición y comencé también en Madrid un máster de Psicoanálisis y Terapia Psicoanalítica, pero obvio que no se puede vivir del aire, así que me puse a buscar trabajo. Encontré un puesto de comercial en una tienda de Orange, en la que estuve 6 meses, de la cual me echaron gracias a mis esfuerzos en vender lo mínimo posible, pues mis jefes eran unos mafiosos de poca monta que me obligaban a engañar a los clientes para que contratasen tarifas elevadas. Mi plan salió bien: me pagaron el finiquito y me echaron 3 días antes de comenzar en otro puesto en una tienda también de móviles, pero resultó que el encargado de mi nueva tienda se ensañó conmigo durante los dos meses que estuve allí sin motivo aparente. Recuerdo varios días salir del trabajo llorando, pero eso no mermaba mis ganas por vender al máximo y esforzarme lo máximo posible. Pero mi encargado no me quería allí y consigió que me echasen, a pesar de las protestas de mis compañeros y de las mías propias. Eso fue en enero de este año. Desde entonces llevo buscando trabajo sin resultado, con una dificultad añadida: mi máster se imparte los viernes por la tarde y los sábados por la mañana quincenalmente, por lo que no puedo acceder a puestos en comercios que me necesitan de lunes a sábado tanto por las mañanas como por las tardes. Los dos trabajos que he nombrado anteriormente, estaban situados en centros comerciales abiertos de 10 a 22h, por lo que, al trabajar las 8 horas segidas, podía compaginarlo con mi máster.
Desde febrero llevo buscando trabajo en diferentes portales de búsqueda de empleo en los que no confío nada, pues más que ayudarme, creo que se están ríendo de mí. (léase la entrada anterior a ésta en la que lo explico). Ahora mismo sigo viviendo en Madrid con ayuda de mis padres. No tengo ningún ahorro ya que cuando trabajaba en las tiendas de móviles, no cobraba más de 950 euros. Mi día a día lo gasto en estudiar mi máster, buscar empleo, y trabajar (de manera voluntaria) en Cáritas haciendo terapia a pacientes, normalmente inmigrantes con ingesos muy bajos. Tengo la inmensa fortuna de que mis padres pueden permitirse mantenerme en Madrid los meses que haga falta hasta que encuentre un empleo, pero eso a mí no me vale: su ayuda ahora la recibo con los brazos abiertos ya que sólo llevo en paro dos meses y medio, pero no puedo aceptar esta ayuda hasta el fin de los días.
Yo, como persona perteneciente a una sociedad trabajadora, TENGO DERECHO a un trabajo, porque así lo dice la constitución, y porque he trabajado duro para ello. Os he contado toda mi historia porque estoy harta de oír cifras de parados que no son más que meros números. YO soy YO, con mis vivencias y mi CV personal. Soy una mujer joven, inteligente y proactiva, a la que le han cortado las alas.... ¡¡así me siento yo!! Sé que mi caso no es ni mucho menos de los más dramáticos que se están viviendo dentro del mundo de los parados, y eso tengo que agradecérselo a mis padres. Pero soy YO la que ha sacado adelante una carrera con más problemas que sin ellos, soy YO la que ha dedicado mucho tiempo libre a los demás de manera altruista, y soy YO la que está buscando trabajo. YO, no la parada número bla bla bla. Me siento orgullosa de lo que he hecho en mi perídodo de estudio que aún no he acabado, y sigo luchando para poder ser en un futuro una buena psicoterapeuta psicoanalista.
Estoy cansada, muy cansada.... porque me duele que mis padres tengan que darme su dinero, porque me hierve la sangre cuando tengo que quitar todos mis logros universitarios cuado mi CV lo envío a trabajos del sector servicios (si, así están las cosas), y porque me siento frustrada, mi autoestima cae, y en el fondo sé que no es culpa mía pero todo esto duele, y mucho. No me lo merezco porque he trabajado duro para encontrar un empleo (ya no digo siquiera digno) que me dé un salario (aquí tampoco digo digno).
Estoy cansada.... tan cansada.....